Un grup de 23 Germanes procedents de diversos països per on està estesa la Congregació de les Germanes Dominiques de l’Anunciata s’han aplegat a la Casa Mare de Vic, al Pare Coll, convocades per viure, estudiar i compartir –en un espai d’uns tres mesos- el Carisma Dominicà i de l’Anunciata. La seva estança entre nosaltres ens dona vida, esperança i una nova visió de futur.
A NUESTRAS QUERIDAS HERMANAS DE LA CASA MADRE:
Desde distintos puntos cardinales donde se encuentra presente nuestra Congregación nos hemos reunido las 23 hermanas participantes de este Seminario de Profundización en el Carisma Dominicano Anunciatista, bajo la coordinación de la Hna. Inés Fuente, Delegada General de Formación. Cuatro Continentes, 15 países, 4 Provincias y el floreciente Vicariato San Francisco Coll, pero un solo corazón y un solo deseo. Sí, sí. Beber de nuestro “manantial”. Este pozo que desde hace 161 años no ha dejado de manar agua de vida y de calmar la sed de tantos hermanas y hermanos nuestros, sedientos de vida, regando el mundo entero a través de muchas mujeres que han abrazado el sueño de nuestro Fundador, San Francisco Coll.
Llegamos aquí hace casi un mes, el 14 de julio, sedientas también nosotras. Y hoy, queremos agradecerles por ser esas fieles custodios de esta fuente, nuestra cuna que consideramos, es la llama que alumbra la Congregación toda. Verdaderamente nos hemos encontrado con nuestro querido Padre Coll y, sin duda, a su sombra todo cobra sentido. Cada baldosa, cada ladrillo de esta casa refleja su espíritu y, cuánto más el encuentro y compartir con cada una de ustedes.
Gracias hermanas por la acogida, el compartir cotidiano, la sencillez y calidez en cada trato y por la alegría que nos comparten, sobre todo, en los recreos. Gracias por la solicitud puesta en cada detalle y por la paciencia inmensa que nos tienen. Porque se preocupan de que estemos siempre provistas de todo, que no nos falte nada. Gracias por encarnar el espíritu del Padre Coll, porque en cada una de ustedes se mantiene una puerta abierta para llegar hasta él.
Gracias por el bello encuentro cotidiano con el Señor en la Eucaristía y esa liturgia viva y solemne que nos regalan, especialmente, en la persona de la hermana Figuls.
Nuestro agradecimiento llegue también a nuestras hermanas de la Comunidad de la Enfermería. ¡Cuánta delicadeza! Cuánto amor en el cuidado de cada una de nuestras hermanas que han dado toda su vida por la Congregación, y que hoy, postradas o en silla de ruedas, siguen dándola a través de su incansable oración. Gracias por dejarnos encontrarnos con ellas cotidianamente y disfrutar de su alegría. También con ustedes hemos podido acompañar la agonía y encuentro con el Padre de nuestra hermana Paulita y, más que despedida, fue una fiesta. Una fiesta porque su vida se ha hecho don y comunión con cada una de ustedes y con tantos hermanos que han tenido el gozo de conocerla. Gracias por hacernos partícipe de su vida cotidiana.