Barcelona seguía llenando sus calles de vida cuando, el 27 de noviembre, en la Residencia Universitaria Elisabets celebrábamos unas cálidas y merecidas Navidades anticipadas. ¿El motivo? Nosotras, las residentes, sabíamos que al llegar diciembre estaríamos inmersas de lleno en los exámenes universitarios, y queríamos disfrutar de un momento de luz y celebración antes de la recta final académica.
Durante los días previos, los pasillos habían sido testigos silenciosos de los preparativos: adornos, música, expectativas… y también del montaje de un precioso pesebre. Nosotras, entre las que también colaboramos pintando murales y preparando decoraciones, dedicamos tiempo y talento para aportar un toque artístico que llenó el ambiente de delicadeza y cariño. Gracias a nuestro esfuerzo, el pesebre se convirtió en uno de los rincones más admirados de la celebración.
La fiesta comenzó con una cena exquisita, que mereció los aplausos que sus cocineros recibieron al terminar. Platos estrella como el queso con membrillo y nueces o el pollo con pasas hacían casi inevitable chuparse los dedos.
Tras la cena, celebramos una Eucaristía muy participada acompañada por un coro magnífico y recibimos una brújula simbólica, recordándonos la importancia de encontrar y seguir nuestro propio camino.
En la Sala de Arcos nos esperaban turrones, champán y nuestra divertida versión del Año Nuevo: doce lacasitos que marcaron unas campanadas reinventadas. La noche concluyó con un bingo musical y dulces navideños, mientras risas cómplices llenaban el ambiente y cerraban una velada cargada de magia.
— Residente Sarah G.
























