El 18 de octubre de 2025, nosotras, las aspirantes de la Congregación Dominicas de la Anunciata, tuvimos la alegría de participar en el Encuentro de Prenoviciado de la Familia Dominicana en Vietnam, celebrado bajo el lema “Somos una sola familia”.
El encuentro reunió a más de diez congregaciones de la región sur de Vietnam, junto con formadores, sacerdotes, hermanas y hermanos dominicos, en un ambiente de auténtica fraternidad y comunión. El lema nos recordó que, al dejar nuestras familias para seguir al Señor, somos acogidos por una nueva familia espiritual: la comunidad religiosa, y más ampliamente, toda la Familia Dominicana de Vietnam, bajo la protección de nuestro padre santo Domingo.
Las representaciones preparadas por cada congregación fueron variadas y llenas de creatividad, reflejando la riqueza de cada carisma particular. En ellas, los aspirantes y postulantes manifestamos la vitalidad de la esperanza y el deseo de seguir aprendiendo y anunciando el Evangelio, como lo hizo santo Domingo, con nuevos lenguajes y caminos.
Después de las presentaciones, celebramos con gozo la Eucaristía solemne en honor de la Bienaventurada Virgen María del Rosario, nuestra patrona. La misa fue presidida por el P. Juan Bautista Lê Hoàng Huỳnh, O.P., director del Prenoviciado de los Dominicos en Vietnam, y la homilía estuvo a cargo del P. José Phạm Kim Lâm, O.P., quien nos invitó a vivir la dimensión familiar de la vida consagrada según el espíritu de santo Domingo, destacando los valores de comunión, servicio y amor fraterno.
Al finalizar la misa, compartimos una comida fraterna, signo del amor de Dios que nos une, donde pudimos expresar la gratitud y la alegría que sentimos en nuestro camino de discernimiento vocacional.
En este encuentro experimentamos la pasión y el entusiasmo de los hermanos y hermanas que viven su consagración con entrega y alegría. Cada sonrisa, cada gesto y cada palabra transmitían unidad, fraternidad y la dicha de pertenecer por completo a Dios.
Esta jornada no solo nos ayudó a comprender mejor la vida consagrada, sino que encendió en nosotros un nuevo deseo de servir con amor en medio del mundo. Descubrimos que, aunque procedamos de congregaciones distintas, todos compartimos la misma meta: amar y glorificar a Dios con toda nuestra vida.
Damos gracias al Señor por este encuentro lleno de gracia, aprendizaje y comunión. Que la llama del amor y el espíritu de unidad sigan ardiendo en nuestros corazones, para que podamos responder con alegría a la llamada de Dios y servir con paz y generosidad, como verdaderos hijos e hijas de santo Domingo.
Aspirantes de Vietnam
My, Thúy, An, Vi y Nhàn












