El pasado 14 de junio de 2025, con profunda emoción y gratitud, celebramos mis 25 años de vida consagrada al Señor como hermana Dominica de la Anunciata. Un aniversario que me llevó a hacer memoria del camino recorrido: rostros, lugares y circunstancias que han marcado mi historia y, sobre todo, de la fidelidad de Dios, siempre presente y constante en mi caminar.
Celebrar este jubileo ha sido mirar hacia atrás con ojos agradecidos y constatar que todo ha sido gracia. Desde mi infancia, iluminada por la cercanía del núcleo familiar y de la comunidad parroquial, hasta aquel primer “sí” al Señor que, con el tiempo, se ha ido profundizando, madurando y renovando día tras día.
A lo largo de estos años, la vida consagrada ha sido para mí un camino de transformación, de desafíos y esperanzas. Como vasija de barro que guarda un tesoro, he aprendido a confiar más en la fidelidad de Dios que en mis propias fuerzas. Gracias a cada hermana de la Congregación y a cada persona que, de una forma u otra, ha sido parte de este camino que continúa.
Tuve también la inmensa alegría de compartir esta celebración con mi hermana Carol, que vino desde lejos en representación de toda mi familia. Su presencia fue un gran regalo y un signo del amor que me ha sostenido desde el comienzo.
Quise vivir este jubileo no solo como un acontecimiento personal, sino como una celebración comunitaria, compartida con las personas que han sido parte de mi historia. Gracias a mi comunidad de Elisabets por su preparación y esmero para que esta celebración fuera significativa y fraterna. Gracias también a la generosa acogida de la comunidad de los frailes mercedarios y a la comunidad parroquial de “Sant Pere Nolasc”, en cuyos espacios tuvo lugar la celebración con espíritu fraterno y eclesial.
El viernes 13 por la noche tuvo lugar una Vigilia Vocacional llena de vida, oración y alegría. Participaron distintos grupos: el “Cor Jove” de la parroquia, el grupo juvenil, jóvenes de la Residencia Universitaria Elisabets, hermanas de la Congregación, amigas y amigos. A través de cantos, signos, danzas y el compartir de testimonios vocacionales, el Espíritu sopló con fuerza, reavivando en todos la pasión por la vocación y el deseo de seguir respondiendo al llamado de Dios.
El sábado por la tarde celebramos la Eucaristía de Acción de Gracias, coincidiendo con la Solemnidad de la Trinidad, misterio de comunión y fuente de toda vocación. Nos reunimos en torno al altar hermanas de la comunidad, de otras comunidades cercanas (y no tan cercanas), hermanas del curso de formación para la profesión perpetua —de distintos continentes—, religiosos y religiosas, sacerdotes, niños, jóvenes, familias, amigos y miembros de la comunidad parroquial.
Fue un momento de oración profunda, de alegría serena y de memoria agradecida.
Tras la Eucaristía, compartimos un ágape fraterno, preparado con mucho esmero por las hermanas y con la colaboración especial de los padres y familias del “Cor Jove”. Fue un espacio sencillo y entrañable, donde pudimos seguir celebrando, compartir alegrías, abrazos, sonrisas y agradecer, juntos, lo vivido.
Quiero expresar mi más sincero agradecimiento a todas las personas que hicieron posible esta celebración: a quienes prepararon cada gesto, cada detalle; a quienes acompañaron con su presencia o su oración; a quienes han estado ahí a lo largo de estos 25 años y a quienes han llegado más recientemente. A todos los que, de una u otra manera, han encendido y sostenido la luz de la vocación en mi vida: gracias.
Este jubileo no es un punto de llegada, sino una nueva etapa del camino. En este año en que la Iglesia celebra el Jubileo de la Esperanza y nuestra Congregación conmemora los 150 años de la pascua de san Francisco Coll, nuestro fundador, renuevo con humildad, alegría y confianza mi deseo de consagración al Señor y de seguir anunciando el Evangelio allí donde Él me llame, con lo que soy y lo que tengo.
Gracias por caminar conmigo. Sigamos rezando los unos por los otros. Y que, como nos recuerda nuestro fundador, seamos siempre una “luz que enciende otra luz”.
Hna. Cristine Caliguiran